No sé quién dijo, creo que lo escuché en una pelicula:
“ Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, dame valor para cambiar lo que si puedo y sabiduría para poder distinguir entre ambas”.
Que sencillo y que duro, hay días que no puedo llevar a cabo todo lo anterior, hay días en los cuales siento que me falta la sabiduría, el valor y sobre todo, me falta la serenidad para aceptar.
Hoy no tengo serenidad, es algo que llevo trabajando desde hace tiempo y no puedo, tengo entre manos un monton de cosas interesantes, pero no puedo concentrarme en ninguna de ellas.
Y todo porque hay temas que no puedo cambiar, por cosas a las que mi mente me lleva y empieza a bullir sin parar.
Nunca he sido una persona que gestione bien sus sentimientos, he sido más alguien que se ha dejado llevar por ellos, y cuanto más me conozco, más lo compruebo.
Peleo cada segundo de mi vida por tratar de controlar mi mente, por tener todo bajo control, cuando menos mi mente, con el ansia de estar sereno y no puedo.
Hoy tomo una decisión, y decido que no puedo continuar así, que debo superar esto, y para ello voy hacer muchas cosas, pero principalmente dos:
1.- Siempre que sienta que pierdo la serenidad, pensaré en la cosas sencillas que verdaderamente me hacen feliz, porque nadie más que yo gobierna mi interior.
2.- Me diré a mi mismo, que cuando las cosas no salen como uno quiere, quizás sea un golpe de suerte.
1 comentario:
Me parece estupenda la aplicación de la primera medida, siempre que se pueda, pero la segunda no la entiendo bien ¿Quieres decir que puede ser una suerte el hecho de que no hayan salido bien las cosas? ¿O bien que el hecho de que las cosas hayan salido mal es simplemente debido a la mala suerte? Supongo que esta última interpretación no es la correcta, pero cuéntamelo
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